Nº19: La opción por los pobres, 11-05-08

Juan Pablo II en Oruro
11 de mayo de 1988

LA OPCIÓN POR LOS POBRES

El 11 de mayo de 1988. el Papa Juan Pablo II llegó al aeropuerto Juan Mendoza de la ciudad de Oruro, para un encuentro con los campesinos, los mineros, los obreros y la población de los barrios marginales.

En veinte años la realidad de nuestro departamento y del país ha cambiado en muchos aspectos. Si embargo, las ideas fundamentales de su mensaje han mantenido todo su vigor.

Mensaje de Esperanza

“Vengo a traeros un mensaje de esperanza, dijo, que no quiere decir pasividad ante las situaciones de miseria que cada día se hacen más evidentes, sino que es compromiso social por la construcción de una nueva sociedad fundado en el amor, la solidaridad y la justicia.”

El mensaje de Oruro debe leerse como una parte de los mensajes que dejó el Papa durante toda su visita. No se puede esperar que en cada discurso se pueda hablar de todo.

En el caso del mensaje en Oruro, se trata de una aplicación del pensamiento social de la Iglesia a la realidad del departamento y del país en aquel tiempo, bajo el título: “la opción por los pobres”. Palabras como “pobreza o los pobres, esperanza, solidaridad, justicia” son repetidas hasta diez veces en su corto discurso de apenas ocho páginas.

¿Cuáles son las ideas centrales de su mensaje en Oruro?

Sistema Económico

El Papa cuestiona “los defectos de un sistema económico cuyo motor principal es el lucro, donde el hombre se ve subordinado al capital, quedando su trabajo reducido a simple mercancía a merced de los vaivenes de la ley de la oferta y la demanda.”

Propone “modelos económicos no basados exclusivamente en el lucro ni el consumo, sino en el compartir y en la solidaridad”.

Trabajo como Derecho

En este contexto pide “respetar y hacer respetar el derecho que todo ser humano tiene al trabajo” y al mismo tiempo constata “un gran desajuste entre los salarios y el costo de vida”. Menciona “las vidas consumidas calladamente” en las minas de Oruro y Potosí, “sin haber encontrado acaso un adecuado y merecido reconocimiento por parte de los beneficiarios de aquel silencioso sacrificio.”

Según la Iglesia, el tener o no tener trabajo y también la participación en los beneficios que genera el trabajo, no puede depender simplemente de lo que conviene o no a la empresa, de su buena voluntad o capricho. Se trata de derechos que en todo momento deben ser tomados en cuenta y respetados.

La Tierra

En la misma línea, Juan Pablo II recordó en Oruro que, “de acuerdo con su doctrina social, la Iglesia ha predicado siempre la

equitativa distribución de las tierras de cultivo, bajo diversas formas y modalidades, para dar al campesino la posibilidad de una vida digna”. Por eso pide, apelando al sentido de justicia y humanidad, “que se favorezca al campesinado pobre de Bolivia con todos los medios posibles” en mejorar su calidad de vida.

Hipoteca Social

Según el Papa se trata de cuestiones que reclaman soluciones audaces, haciendo valer razones de justicia. Recuerda que según la Iglesia existe “una especie de hipoteca social que grava en realidad sobre toda propiedad privada. La doctrina social de la Iglesia ha sido constante en defender que los bienes de la creación han sido destinados por Dios para el servicio y utilidad de todos sus hijos. De ahí que nadie debe apropiárselos, rehuyendo las exigencias superiores del bien común.”

El mensaje del Evangelio es que todos los recursos del mundo (económicos, sociales, culturales, naturales) deben ser considerados como patrimonio de toda la humanidad. Para llegar a eso, la Iglesia se compromete en “la noble lucha por la justicia”, desde “la opción preferencial, – mas no exclusiva ni excluyente, – por los pobres, que impulsa a la Iglesia a buscar, junto con todas las personas de buena voluntad, los caminos más acertados que conduzcan a una convivencia más fraterna, a una sociedad donde reina la justicia, el amor y la paz.”

No a la Violencia

Pero la Iglesia y el Papa saben que los caminos “para hacer de esta sociedad y de toda Bolivia un lugar más fraterno y acogedor”, no siempre son claros ni fáciles. Sin embargo, un camino, de todos modos, es inaceptable desde el Evangelio: “Los criterios a adoptar en la noble lucha por la justicia no han de ser nunca de enfrentamiento de hermano contra hermano, sino que en todo momento han de estar inspirados y movidos por los principios evangélicos de colaboración y diálogo, excluyendo toda forma de violencia”.

Esperanza

El Papa invita a vivir en la esperanza puesta en un mañana mejor, no desde la confrontación, sino desde “tantos valores demostrados por vuestras gentes a lo largo de la historia de este país: la austeridad, la hospitalidad, la conciencia comunitaria, el sentido de fiesta y gratitud, para mencionar sólo algunas características de la identidad del querido pueblo boliviano.”

Desde la fe, “la Iglesia sigue anunciando la esperanza de un mundo mejor… En la medida que vamos promocionando al hombre, vamos construyendo el Reino que Cristo vino a implantar”.

Ahora, veinte años después, suena casi como una profecía, que Juan Pablo II designe a los pueblos étnicos – originarios un papel decisivo en esta esperanza y búsqueda de una nueva sociedad “Vosotros, campesinos, que representáis la gran mayoría de la población, habéis sido y seguís siendo parte central de la historia y espíritu de Bolivia, pues habéis participado en tantos momentos decisivos para vuestra historia.”

María

El Papa Juan Pablo II termina su mensaje en Oruro, a los campesinos, los mineros, los obreros y pobladores de los barrios marginales con una referencia a la Virgen María, deseando que “Ella que cantó en el Magnificat que Dios derroca a los poderosos y exalta a los humildes, sea la Madre y protectora de este pueblo sufrido y sencillo”.