2010: AÑO INTERNACIONAL DEL ACERCAMIENTO DE LAS CULTURAS
La Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 2010 “Año Internacional de Acercamiento de las Culturas”, ante la preocupación por el desencuentro e incomprensión manifiestas en las relaciones entre pueblos, naciones y culturas del mundo, lo que a su vez genera situaciones de intolerancia y conflicto. A la ONU le resulta extraño que esto pase, dado que en la actualidad el mundo parece estar más que nunca interconectado e interdependiente, es decir: ninguna sociedad puede existir de forma aislada sin tener que estar relacionada con otras.
Es loable esta determinación de la ONU; sin embargo, en su argumentación faltó mencionar que gran parte de las causas de los desencuentros radican en las relaciones desiguales de poder entre pueblos y naciones. Si bien el Año Internacional pretende promover el diálogo intercultural, la comprensión, cooperación y construcción de culturas en “pro de la paz”, estos ideales pueden resultar ilusorios, si no se atiende primero a las profundas desigualdades económicas, sociales y políticas, en el que algunos pueblos y naciones se hallan mejor posicionados, arrogándose incluso una hegemonía cultural mundial; en tanto que otros continúan en situación de desventaja, en el marco de relaciones de dependencia y subalternidad.
Parece que el trasfondo de esta determinación radica en una concepción idealista de la interculturalidad, como principio fundamental del acercamiento entre culturas. Idealista en el sentido que promueve un diálogo entre desiguales, en un contexto mundial estructurado verticalmente donde unos son los comprensores u cooperantes, en tanto que otros son los comprendidos y cooperados. ¿No es acaso éste el principio que divide al mundo entre sociedades “desarrolladas” y “subdesarrolladas”, entre el “primer” y el “tercer” mundo? El esquema donde unos son “sujetos” de desarrollo a través de su generosa cooperación internacional, en tanto que otros son simplemente “objetos” destinados a recibir la “ayuda” de los poderosos y a aprender los códigos del sistema mundo moderno que se pretende universal.
Frente a esto, consideramos que es necesario trascender el enfoque idealista y meramente culturalista de la interculturalidad, a partir de una dimensión política que en primer lugar refleje la superación de las desigualdades, como una condición ineludible para entablar el diálogo intercultural. Esto implica el reconocimiento de la libre determinación de los pueblos y naciones, con respeto a su soberanía, en el sentido de asumir su propio destino y con sus propios esquemas culturales. Sobre este último punto, parece que al “primer mundo” le está costando asimilar la presencia de un orden social y político diferente en el mundo, como es el caso de Bolivia. Es extraño que esto pase, puesto que aquí el acercamiento de las culturas es algo concreto y se funda no sólo en el reconocimiento de la diversidad cultural, sino más bien en la proyección de una sociedad plural.
Objetivos del Año Internacional
Hasta aquí hemos expuesto algunas consideraciones necesarias para enfocar sobre el acercamiento de las culturas, tema que seguramente nos va a mantener ocupados todo este año. Pero, ¿cuál es el contenido mismo de la Declaración del Año Internacional y los planes operativos delegados a la UNESCO.
El objetivo principal del Año Internacional es “demostrar los beneficios de la diversidad cultural, reconociendo la importancia de las transferencias y los intercambios entre culturas, así como el vínculo forjado entre ellas desde los albores de la humanidad”. A partir de aquí se plantea la protección y promoción de la diversidad cultural en los planos local, nacional, regional e internacional. Esto involucra la integración de los principios del diálogo y el reconocimiento mutuo en todas las políticas: educación, ciencia, cultura y comunicación, con el propósito de demostrar que la diversidad enriquece a la humanidad por una parte, y por otra, para hacer frente a interpretaciones equivocadas que unos hacemos acerca de otros.
La UNESCO ha definido cuatro líneas de acción para encarar estos objetivos y propósitos:
1) Promover el conocimiento recíproco de la diversidad cultural, étnica, lingüística y religiosa.
2) Creación de un marco de valores compartidos.
3) Fortalecimiento de la educación de calidad y la construcción de competencias interculturales.
4) Fomentar el diálogo para el desarrollo sostenible.
Posteriormente estaremos ofreciendo mayores detalles acerca de cada uno de estos ejes temáticos, así como el conjunto de actividades que estaremos desarrollando al respecto desde el Centro de Ecología y Pueblos Andinos CEPA.
Marcelo Lara B.
UNIDAD DE CULTURAS – CEPA