21 DE JUNIO: AÑO NUEVO EN EL SUR
En realidad se trata del Año Nuevo Andino que se celebra el 21 de junio, fecha relacionada con el solsticio de invierno para los países del hemisferio Sur. Las referencias históricas señalan que en los Andes estuvo muy difundido el culto al sol desde tiempos prehispánicos, particularmente en el Tawantinsuyu o imperio de los Incas, cuyo símbolo religioso principal era el sol.
Sin embargo, los cultos solares no son exclusivos de los Andes. Muchas culturas desde la antigüedad han desarrollado conceptos y ceremonias sagradas relacionadas con el sol. Esto se explica a partir de una concepción cíclica del tiempo, propia de las sociedades agrarias, que organizan el tiempo en base a la observación de los ciclos astrales y climáticos. En el caso de los ciclos solares, los momentos más importantes (solsticios y equinoccios) solían y suelen celebrarse con ritos y ceremonias. El antropólogo inglés James Frazer ha descrito ampliamente el desarrollo de estos ritos en la antigua Europa y otros lugares del viejo mundo, aunque éstos en la actualidad sólo representan un recuerdo del pasado.
Por el contrario, en los Andes los cultos solares están vigentes y estrechamente relacionados con el mantenimiento de una concepción cíclica del tiempo, la cual también comprende momentos cruciales en el año para los pobladores andinos. En Bolivia, por ejemplo, hay que recordar que la mayoría de la población es aymara y quechua, herederos de una cultura que tiene plena vigencia en muchos de sus rasgos, como el pensamiento cíclico y las prácticas relacionadas con la realización de ritos y ceremonias que marcan los momentos más importantes del ciclo anual.
Por eso, no es de extrañar que se celebre el Año Nuevo el 21 de junio. En realidad se trata de un acontecimiento importante, no sólo para los pueblos andinos, sino para todos los pueblos del hemisferio Sur. El solsticio de invierno significa que el sol ha alcanzado su máxima lejanía con respecto de la tierra (en el Sur), y se dispone a retornar regenerando la vida. Este hecho coincide con el significado del Año Nuevo convencional que se celebra el 1 de enero, esta fecha también está relacionada con el solsticio de invierno, pero para los países del Norte. No hay que olvidar que mientras aquí es invierno, allá es verano y viceversa.
A través de hábiles acomodos, la iglesia católica ha instituido un calendario oficial donde se marcan los momentos anuales importantes con celebraciones cristianas. Uno de esos momentos es la Navidad o nacimiento de Cristo, que representa el símbolo solar de los pueblos antiguos. La Navidad está muy relacionada con el solsticio de verano del Norte. Unos días después se celebra el Año Nuevo. En realidad no hay que ser muy preciso con estas fechas, ya que los calendarios son siempre convenciones sociales, es decir, que se fijan arbitrariamente. Lo que hay que tener presente es la relación entre el sol, Cristo y el solsticio de invierno.
Una vez establecida esta organización del tiempo, la misma se ha universalizado a partir del proceso de expansión y conquista emprendida por los países del Norte hacia el resto del mundo. Por ello, hoy nos parece normal celebrar el Año Nuevo en enero, aunque de hecho no es más que un producto de la imposición de un calendario que se ha convertido en parte de nuestras vidas. Sin duda, no podemos prescindir de él y tampoco podemos rechazar la celebración de los momentos importantes que marca dicho calendario, pero esto no significa que estemos imposibilitados de reinterpretar algunos momentos, en función de nuestras propias formas de percibir y organizar el tiempo en el Sur.
Si prestamos mucha atención al significado del Año Nuevo vinculado al solsticio de invierno, sería más apropiado su celebración en el mes de junio para los pueblos del Sur. Si bien los pueblos andinos han retomado esta celebración recientemente, en un contexto de reivindicaciones culturales y políticas en los años 80 y 90, nos parece apropiada su institucionalización, por lo menos en Bolivia. Tiene más coherencia celebrar el “retorno del sol” y la “regeneración de la vida” en el momento específico en que esto sucede, es decir: durante el solsticio de invierno que en el Sur es en junio. No hay motivo para extrañarse o resistirse. Durante años hemos celebrado esta fecha bajo otro nombre: San Juan, que es otro símbolo solar cristianizado (tradiciones ancestrales le consideran como el hermano menor de Cristo). Así que, hay que tener presente que esta fiesta cristiana está también relacionada con el solsticio de invierno.
Hasta aquí nuestra intervención en el debate sobre la pertinencia de la celebración del Año Nuevo el 21 de junio, de manera más reflexiva que mediante la descripción de significados culturales e históricos. Para mayores datos se les invita revisar un artículo anterior de este boletín (Chiwanku N° 450), publicado en ocasión del Año Nuevo Andino del año 2008.
Marcelo Lara B.
UNIDAD DE CULTURAS CEPA