Desde hace mucho tiempo nuestra ciudad se ha inundado de heces fecales de canes, sin que nadie diga o haga algo al respecto.
En el departamento de Oruro existen 83.600 perros, según las estadísticas elaboradas por el Programa de Zoonosis de la Unidad de Epidemiologia del Servicio Departamental de Salud, cifra preocupante tomado en cuenta que el total de la población orureña es algo más de 391.000 habitantes, que divididos entre 83.600 (cifra de canes), da como resultado que por cada 5 personas hay un perro (periódico La Patria, jueves 5 de mayo 2011).
Muchas personas poseen mascotas, la más favorita es el perro; es el mejor amigo del hombre dice un dicho. Esto, sin duda, es cierto para muchas personas. Sin embargo, pocas son las familias que conocen los graves efectos de la parasitosis canina que, aunque no daña el animal, atenta contra la salud humana.
Todos los días, entre las 6:00 a 8:00 a.m. de la mañana y 7:00 a 9:00 de la noche, en diferentes zonas de nuestra ciudad, se puede observar que vecinos salen a las calles con sus mascotas para hacerles defecar. En otros casos se ha visto que sueltan sus perros a las calles para que hagan sus necesidades. También los domingos las personas vistan los parques de nuestra ciudad junto con sus mascotas y aprovechan para que hagan sus necesidades. ¿Quién está a cargo de limpiar estos desechos?
En esta oportunidad queremos alertar a la ciudadanía de que el excremento de los canes puede tener efectos graves en la salud de las personas. Vemos que el desecho se va consumiendo poco a poco en la calle hasta llegar a ser polvo; posteriormente los residuos circulan en el aire y así permanecen en el ambiente. Se puedan adherir fácilmente a los alimentos expendidos en la calle, e incluso el excremento de perros es respirado por todos, ya que las pequeñas partículas de estos residuos se encuentran en el aire. Las heces de perro son además una agresión estética a la ciudad y el medioambiente, generando malos olores.
En una ciudad como Buenos Aires existen alrededor de 400 mil perros, que cotidianamente vierten unas 68 toneladas de excrementos sólidos, además de unos 120 mil litros de orina, deposiciones que están por las veredas y las plazas de la ciudad. Estudios realizados por la Facultad de Veterinaria de la UBA muestran que un 80% de las plazas de la ciudad de Buenos Aires se encuentran contaminadas con huevos de parásitos capaces de infectar a las personas.
En Inglaterra, alrededor de 100 niños al año pierden su vista o presentan serios daños en la visión a consecuencia de los parásitos que se transmiten a los seres humanos, asegura el Dr. Juan Acosta, de la División Salud Animal de laboratorios Pfizer. En Estados Unidos, de cada mil ojos que han sido removidos quirúrgicamente, un 21 por ciento contenía larvas de Toxocariasis.
Desde el punto de vista sanitario, se considera que la materia fecal del perro en la vía pública puede afectar la salud humana, ya que la misma contiene parásitos que causan Toxocariasis, Ancylostoma, Trichuris Cenurosis, Ascaridiasis, y otras enfermedades que en casos extremos puede provocar ceguera y hasta la muerte.
Este nocivo parásito puede crecer hasta los 10 centímetros y ser tan grueso como la mina de un lápiz; permanece en estado latente en el cuerpo de la perra y, una vez gestante, invade a los cachorros antes de su nacimiento. Los cachorros no desparasitados excretan huevos microscópicos de Toxocariasis en un número equivalente de 10 mil por cada gramo de heces. Estos huevos pueden sobrevivir hasta tres años en el suelo, lo que eleva las probabilidades de infectar a los seres humanos que permanecen en contacto con el piso y con el perro. Luego, la mayoría de veces, los niños absorben el parásito por la boca y los huevos se rompen en el estómago desde donde emigran hacia todo el cuerpo. Ocasionalmente los parásitos caninos alcanzan órganos vitales, como los pulmones, el hígado, el sistema nervioso o los ojos.
La Cenurosis viene de la Taenia Multiceps, un parásito que en estado adulto puede estar presente en el intestino del perro. El contagio se produce ingiriendo ingerimos alimentos contaminados por las heces del perro.
Los “ancylostomas” son gusanos pequeños (0,6-1,5 cm de longitud) que se localizan en el intestino delgado del perro y del gato, donde las hembras ponen huevos de morfología típica que son expulsados con las heces de los animales afectados.
Los excrementos de perro son también un foco infeccioso de otro parásito unicelular microscópico, llamado Giardia Dudodenalis. Es un frecuente agente productor de diarreas en niños y adultos, como de ciertas bacterias enteropatógenas llamadas salmonellas.
Cualquier persona sin importar el sexo o la edad es un albergador intermediario accidental que puede adquirir la enfermedad por contacto directo con perros infectados o indirectos por consumo de aguas, vegetales, polvos y otros objetos contaminados con heces de perros.
Ante esta situación, en nuestra ciudad no existen programas establecidos para su prevención. Es importante y necesario contrarrestar esta situación. Quienes cuentan con mascotas deben hacerse cargo de recoger los desechos del animal que defeque en la vía pública. Si esto no se hace, se tendrá que pensar en pagar un monto adicional a EMAO para su recojo.
El municipio tendrá que normar estas situaciones a través de una ordenanza y reglamentos y controlar de esta manera la cantidad de canes que existe en la ciudad. Si las personas quieren a sus perros, deben cumplir con sus responsabilidades como son: cuidarlos, alimentarlos y también recoger sus deposiciones. Que no los echen o paseen con ellos en las calles, parques, sitios públicos, aceras, cordones, plazas, mercados o entre los árboles para que hagan sus necesidades, afectando la salud de los niños y de todos quienes vivimos en esta ciudad.
Norma Mollo
Unidad Formación y Comunicación – CEPA