LOS CAPITAL (ES) DE LOS QAMIRIS AYMARAS
El jaqi qamiri aymara
Jorge Llanque Ferrufino
COORDINADOR PROYECTO QAMIRIS AYMARAS
PIEB- CEPA
El qamiri aymara (entendida como el rico, pero el rico no solo que tiene riqueza material, sino también cultural y social) durante todo el transcurso de su vida se halla empeñado en conformar tres capitales importantes para su conformación personal y familiar, a decir debe consolidar un capital económico, un capital social y un capital simbólico.
Estos tres capitales se hallan fuertemente imbrincados y no son aislados en el proceso de formación del qamiri aymara, pues la relación entre los tres es dialectical y eminentemente positiva en su conformación.
El capital económico desde sus primeras manifestaciones se halla relacionado al social, precisamente por instituciones sociales andinas tan tradicionales como el ayni, aunque aparentemente (desde la visión occidental) puede tener aspectos muy individuales e interesados como en el caso del matrimonio, pero el trabajo de campo nos demuestra que sirve para consolidar la relación familiar y conformar una nueva célula (el matrimonio qamiri) en la estructura de los grupos de poder qamiris, asimismo la devolución del ayni, resulta ser la garantía necesaria para no solo fortalecer su economía familiar, sino devolver a los otros, lo que ha sido entregado al qamiri. Aunque esto implique procesos de reciprocidad simétricas y asimétricas, pero resulta ser la mejor garantía de conformar el capital económico, a partir del capital social (mayor número de paisanos y qamiris que dan prestigio a la fiesta, pero que también otorgan un importante ayni para iniciar las actividades de la joven pareja) y del capital simbólico (basado en el status, prestigio y una competencia abierta para ser mejor que el viejo qamiri), es precisamente, esta la base del espíritu de la economía aymara.
Desde esta perspectiva de manera particular el aymara (y en nuestro caso el qamiri) como individuo no puede separarse de su entorno cultural, y de su colectividad, o, asimismo de su grupo étnico, precisamente porque gran parte de su capital social (que en ocasiones será la base para su capital económico) se refleja en sus redes sociales y en sus factores socioculturales como grupo referencial de riqueza y status.
Asimismo el desafío que implica demostrar su status y prestigio (capital simbólico) frente a sus similares le otorga una competencia de toda la vida, de quien es el mejor, una competencia sana, en el sentido que le permite tanto al imitador como al imitado a estar en permanente progreso y desarrollo para enfrentarse en taypis simbolicos (como las fiestas) y demostrar sus capitales frente a los otros. Porque, si nos referimos a las / los qamiris aymaras, ellos/as están articulados a una colectividad común, con/y su comunidad, su ayllu, y las redes sociales que teje entre su espacio, su integralidad y su cosmos, de forma que sus redes sociales, se extienden, en la actualidad no solo a nivel de la comunidad, ayllu, sino, también como parte de las estructuras sociales, de los espacios sociales rurales, incluso a los espacios urbanos de acogida.
Es decir para ser “jaqi” aymara no solo implica tener prestigio (pasando cargos y otras actividades), en un sistema que al parecer no otorgaría mayores beneficios “Todo el sistema (de rotación de cargos) conduce entonces a una rutina individualista y poco creativa” (Albo, 2002: 16). Al contrario este sistema de cargos es dinámico y pujante sirve para ganar y consolidar el prestigio de la familia frente a la comunidad, pasando cargos de responsabilidad en beneficio de todos, es demostrar a la comunidad que como autoridad originario (como jaqi individuo) se ha logrado proyectos, se ha llevado desarrollo al pueblo, en otras palabras se es superior (en prestigio) para beneficio de la comunidad, la experiencia previa es clave, experiencia que se logra con la herencia familiar de cargos o acciones realizadas por los mayores a las nuevas autoridades, la asunción con éxito del compromiso originario es un modelo a imitar y para jerarquizar su presencia como futuras autoridades originarias, en este sentido deben ser mejores que sus pasarus, para consolidar el status de la familia tanto de los descendientes y ascendentes.
Pero no debemos olvidar que el qamiri jaqi para ser considerado como tal, debe ser reconocido como persona, la única forma de obtener este reconocimiento es mediante el matrimonio. Las niñas qamiris, desde pequeñas son formadas en la actividad agropecuaria (mas que los hombres, resabios de la cultura machista colonial) y en la lógica agrocéntrica aymara, la misma que sirve para su posterior potenciamiento –aunque después no realizarán actividades agropecuarias, pues es solo una fase en su proceso de enseñanza- pero también son endoculturadas en el resguardo de los valores socioculturales y al desarrollo de los capitales (económicos, sociales, culturales). Es consabido que el jaqi como pareja significa bienestar y éxito económico en las actividades agropecuarias o las circunscritas a la producción local[1], tanto varón como mujer son los formadores verdaderos de la esencia del qamiri aymara, es por ello que sus acciones y actividades son continuamente vigiladas por la comunidad e incluso acciones atentatorias a la sacralidad del matrimonio son fuertemente castigadas “…El adulterio, el robo, y el crimen son ofensas graves en contra de la dignidad personal, familiar y comunitaria”. (Mamani B. V., 2000: 36).
Todo llevaría a considerar que dentro la filosofía propia andina, la complementariedad es un idilio continuo de trabajo y tesón entre chacha y warmi, mas aun cuando tanto varón y mujer conforman la pareja qamiri entre 50 % y 50 % (el t’ipanako del matrimonio), pero no debemos olvidar que varios años e incluso siglos de imposición sociocultural de tendencia machista han calado en determinados sectores de los qamiris, esto se refleja también en actitudes machistas patriarcales, androcentricas que impone la sociedad dominante y son asimiladas por la pareja aymara. Por un lado hay valores positivos de la cultura que favorecen a las mujeres de diferentes edades y, por otro lado, hay opresión y marginación de la mujer (Mamani B. V., 2000: 100).
[1] El estudio más reciente de (Speding, 2010) reconoce esta influencia en la zona de los Yungas.