MISIÓN: “BUSQUEN PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA” (Mt 6,33)
Octubre es tradicionalmente para la iglesia católica el mes de las misiones. Siempre es bueno acordarnos en qué consiste nuestra misión.
Misión tiene mucho que ver con el encuentro: encuentro entre diferentes culturas, e incluimos aquí también las nuevas culturas, las citadinas por ejemplo, al lado de las diferentes culturas más tradicionales. Encuentro entre pueblos. Encuentro entre comunidades e individuos. Podemos afirmar que somos misioneros y misioneras en la medida que seamos signo del mensaje cristiano en el encuentro.
Se trata entonces de descubrir juntos la Buena Nueva de que hay un Dios quien se preocupa como un padre de todos sus hijos e hijas y quien quiere siempre lo mejor para nuestro mundo. Y “lo mejor para nuestro mundo” significa que haya lugar para cada persona y pueblo y que se construya una vida digna junto con muchos otros hermanos y hermanas. Una vida donde la libertad, la justicia y el respeto por el otro estén en el primer plano, donde existan igualmente el respeto por la madre naturaleza y el cuidado por un medio ambiente sano y saludable. Por eso, el encuentro mismo debería tener lugar siempre en libertad, en justicia y con respeto.
Jesús empezó su misión anunciando el Reino de Dios. Para Jesús no hay nada más importante que este Reino de su Padre. Él vino “para que tengamos vida y vida en abundancia”. (Jn 10,10).
Lo primero es ver cuáles son los grandes desafíos para la humanidad de hoy y para cada hombre y mujer que nace en este mundo cambiante y pluralista, y ver qué podemos aportar como iglesia al mundo, estando nosotros también sumergidos dentro de estos grandes cambios y desafíos. Se trata siempre del servicio.
Creemos que todos somos hijos e hijas del mismo Dios, de este Dios de la Vida, y que Dios sabe llevar a la salvación en Cristo a toda la humanidad, por caminos que solo Él conoce.
Entonces es importante como iglesia saber escuchar para enterarnos de las preguntas que viven en el mundo de hoy, saber también aprender de los otros, saber aprovechar las riquezas y sabidurías que llevan en su seno las diferentes culturas, tradiciones y tantos grupos en la sociedad.
Por el otro lado, para cumplir con nuestra misión, estamos llamados a dar siempre testimonio con un estilo de vida nueva. Sobre las primeras comunidades cristianas se decía: “miren cómo se aman”. Es cuestión de vivir nuestra fe como algo atrayente. Y ofrezcamos el Evangelio de Jesucristo a todos y todas, sin excluir a nadie, siempre en diálogo y respeto al que piensa distinto.
Al mismo tiempo tenemos que reconocer y hacer notar los otros lugares y situaciones donde Dios está obrando. Es decir, tenemos que practicar lo bueno dentro de nuestras comunidades, y saber reconocer lo bueno que se realiza fuera de ellas. Confiamos que el Reino de Dios está creciendo en muchas partes en nuestro mundo, y hay que promover siempre este crecimiento.
Cuando se escucha decir que los cristianos y cristianas están llamados a ser otro Cristo, yo pienso que la manera privilegiada de cumplir con tal misión, es indicando los lugares donde la vida esté amenazada, identificando al pobre y marginado. Seremos otro Cristo cuando sepamos dar gracias al Padre por haber revelado los misterios del Reino a los sencillos y pequeños. (Mt 11,25).
Que el Espíritu ilumine a todas y a todos para cumplir más fielmente la misión encomendada por Dios.
P. Gerardo Van Den Berge