Juventud, divino tesoro ya te vas para no volver – así nos decía una de las famosas rimas de Rubén Dario. Estas palabras han resonado en la cabeza de muchas generaciones que añoran los años dorados de su juventud. La mayoría de los adultos podría mencionar lo maravillosa que fue su juventud y nos podrían contar muchas anécdotas de cómo paseaban por los parques, se iban de aventura y vivían cada día al máximo. Hoy esa generación adulta, en cargos de poder toma de decisiones y por lo que se puede afirmar que está en sus manos el futuro de la generación de jóvenes de hoy y del mañana. Cada día escuchamos en las noticias sobre nuevos desastres ecológicos, nuevos derrames de petróleo, nuevas quemas en los pulmones del mundo. Así mismo y desde hace décadas los científicos han ido anunciado que “si seguimos a este ritmo de acumulación de daños al planeta, la vida en la Tierra no está garantizada para las generaciones futuras”. El teólogo brasileño Leonard Boff, ya se preguntaba el año 2010 “¿Por qué ni la mayoría de los especialistas ni los jefes de Estado, ni los grandes medios que pretenden proyectar los posibles escenarios futuros no ven esta brutal situación? Es por eso que hoy me pregunto, ¿está la generación adulta ciega o somos los jóvenes los invisibles?
Estudios recientes, han demostrado datos escalofriantes, por ejemplo: que el año 2048, si la tasa de pesca continua a ese ritmo, no habrán más peces en el mar [1], que los niveles de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentaron hasta niveles récord en 2019[2], y que una vez que la economía mundial comience a recuperarse de la pandemia, se espera que las emisiones vuelvan a incrementarse a niveles mayores[3] y del mismo modo que se prevé que el nivel mundial medio del mar sube de 0,09 y 0,88 metros entre 1990 y 2100 [4], lo que dejaría a muchas ciudades y países bajo el mar. Todos estos desastres causarían una crisis migratoria con muchos refugiados climáticos, despojarían a los pueblos de su soberanía alimentaria y por supuesto como consecuencia principal pondrían en riesgo la vida de toda la población. La evidencia está sobre la mesa, estos hallazgos ya no son debate, son hechos. Citando nuevamente a Boff, vuelvo a preguntarme ¿está la humanidad ciega ante estas proyecciones? Considerando que los efectos de esta crisis hoy por hoy se encuentran a la vuelta de la esquina, ¿Quiénes son las principales víctimas de esta ceguera?
Bolivia, signataria de la Declaración de derechos humanos, se comprometió a garantizar el cumplimiento de la misma en todos sus ciudadanos. En esta declaración se presenta, en mi opinión, el más fundamental de todos los derechos, “EL DERECHO A LA VIDA”. En el nombre de crisis y de pandemia, se está apoyando al agronegocio, principal actor en la deforestación, desertificación de la Tierra y principal beneficiario de subvenciones. En nombre de la soberanía alimentaria (de esta generación adulta) se están sacando decretos para abreviar es el estudio de la inserción de semillas transgénicas. En nombre del desarrollo sostenible estamos entregando nuestras reservas de litio, de hierro y minerales a compañías con contratos que duran décadas. Entonces, cómo puede nuestro Estado garantizar este derecho tan fundamental a la vida en los jóvenes y niños (mañana jóvenes), si todas las acciones que realiza van en contra de este. Los políticos y gobernantes actuales, en un par de décadas morirán por vejez, pero los niños y jóvenes de hoy, lo harán por el cambio climático.
La situación no es alentadora; sin embargo, me mantengo con esperanzas. Una vez, cuando estuve aplicando a un cargo en una institución encargada de promover la educación ambiental en la ciudad, me dijeron “Estas calificada, pero pensamos que eres muy joven” y yo les respondí – ¿A quién piensan que van a afectar las decisiones que se tomen ahora de aquí a 40 años? ¿Entonces, quien es la más preocupada de que la gente reciba la mejor educación ambiental posible? Traigo esta anécdota a la mesa, para demostrar al lector que no todo está perdido, que aún si él o ella quiere, puede elegir la vida antes que todo y mejorar sus niveles de consumo, la manera en la que dispone sus residuos y principalmente la forma en la que elige a sus gobernantes, porque ellos serán los que definirán el destino de sus hijos. El derecho a la vida será garantizado por nosotros también, si asumimos un principio, citando a Leonard Boff, promovido por los grandes sabios y pensadores de la historia de la humanidad, vivir en sencillez.
Bolivia, tiene en sus raíces la cultura del <suma qamaña> el vivir bien. Antes de que llegue la religión católica con la doctrina de la supremacía del ser humano por sobre la naturaleza, nuestros ancestros ya sabían cómo vivir en sencillez, plenitud y en armonía con nuestra madre tierra. Sin embargo, como vemos con el ejemplo del religioso Leonard Boff, los lideres religiosos cada vez están más preocupados por brindar el mensaje ecológico a sus feligreses, el papá Francisco publicó su, hasta hoy debatido, Carta sobre el cuidado de la casa comun[5] en el que invita a la población a respetar y proteger la casa común para las futuras generaciones. Pero, ¿de verdad pueden las comunidades religiosas contribuir a salvar de esta invisibilidad a la juventud? Pues, tal vez sí. Citando a Hilary Marlow, dado que más del 85% de la población del mundo afirma profesar alguna fe religiosa, ésta no es una pregunta ociosa. Ya sean aliados de la comunidad religiosa, los pueblos indígenas con sus saberes ancestrales, la elección de gobernante comprometidos con el medio ambiente o nosotros como simples ciudadanos del mundo asumiendo un estilo de vida en sencillez podemos juntos quitarnos esa ceguera que cubre con un velo de incertidumbre el futuro de los jóvenes.
La crisis sanitaria por el COVID 19, encontrará una vacuna, no hoy, tal vez en tres meses, tal vez en un año, pero no hay vacuna para la crisis climática y no habrá quien mire el futuro al que se enfrentará esa juventud hoy invisible. Entonces querido lector ¿asumirás el reto de educarte ambientalmente para que los niños de hoy (jóvenes del mañana) gocen de esa juventud divino tesoro como lo hiciste tu?
Pamela Alina Conde Morales
Escuela de Líderes Ambientales – CEPA
[1] Revista Science E.E.U.U – Pérdida de la biodiversidad marina producto de la sobreexplotación (2006)
[2] Boletín de la OMM sobre los Gases de Efecto Invernadero
[3] PNUMA
[4] PNUMA
[5] Cfr. Francisco, Carta Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (Città del Vaticano, 2015).
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