VIERNES SANTO EN LOS ARENALES DE ORURO
Dos veces por año, los orureños se movilizan masivamente para participar en eventos que tienen un origen religioso profundo: a ocasión del Carnaval de la Virgen y durante la Semana Santa. En ambos casos se trata de un encuentro de tradiciones andinas con celebraciones cristianas en el cual la confrontación inicial entre ambas religiones se ha transformado en visitas respetuosas.
Los diablos en el santuario.
Durante la Entrada del Carnaval, los orureños, vestidos de diablos, – es decir: con un traje cristiano-colonial que representa el mundo religioso andino, – bailan hacia la Virgen del Socavón. La lucha entre los ángeles del mundo cristiano y los diablos (ángeles del mundo andino) inicialmente fue presentada en actos teatrales o como pelea ritual. Posteriormente esta representación se transformó en un baile, de la misma manera como recientemente la pelea ritual del tinku entre ayllus, dio origen al baile del tinku. Después de cumplir con el baile de la Entrada, los diablos visitantes saludan respetuosamente y con devoción a la Virgen y se retiran del santuario, del territorio de la Virgen.
Viernes Santo.
En el día de Viernes Santo pasa lo contrario. El pueblo cristiano de Oruro se dirige masivamente hacia los arenales, que pueden ser considerados como un territorio (“santuario”) religioso andino (lo que llamábamos “pagano”). Antes fue una visita agresiva, una especie de invasión de los arenales y de la serranía de la Víbora, para matar a los lagartos, considerados como animales del mundo diabólico y como tal representantes de los asesinos de Jesús. Además los arenales son territorio del diablo, porque, según la tradición andina, fueron originalmente hormigas que han sido transformados en arena, igual como ciertas serranías y rocas alrededor de la ciudad de Oruro, que son víbora, sapo, lagarto o cóndor, se petrificaron por la intervención de la Virgen del Socavón.
Vemos que aquí también está presente la lucha entre el mundo religioso andino y el mundo cristiano, aunque de hecho se trata de la adaptación de un relato de la pelea entre el mundo “civilizado” incaico-aymara y el mundo “bárbaro” de los urus. Según la visión urbana, la ñusta, transformada en la Virgen, mató a los animales del mundo religioso andino, mientras que un relato uru-chipaya dice que los animales se transformaron en piedras y arena, precisamente para no ser matados. Según esta última versión los animales mantuvieron su poder. Por esta razón siguen recibiendo ritos y ofrendas para pedir sus favores.
Cristo en los arenales.
Actualmente la confrontación entre el mundo andino y el cristiano, se está transformando, también en los arenales, en una visita respetuosa. Artistas escultores hacen presente con arena, el Cristo Crucificado (que en la visión cristiano-popular se identifica con el pueblo oprimido, maltratado y empobrecido) y los orureños visitan estas esculturas de arena con mucha devoción. No es una implantación colonizadora de la cruz de la conquista, sino una presencia de visita, fugaz, expuesta a los impactos del viento y las lluvias, respetando el territorio propio del mundo andino.
Visitas interreligiosas.
Pero eso no es todo. El encuentro entre el mundo andino y cristiano no se limita a los dos momentos culminantes del Carnaval y la Semana Santa. El Tío está permanentemente presente en el subsuelo del templo de la Virgen y el Cristo Crucificado se encuentra en varias capillas ubicadas entre los animales petrificados. Lo llamativo es que los diablos durante el Carnaval no van a visitar al Diablo-Tío-Supay-Lucifer en los socavones del santuario, sino a la Virgen. Y el día de Viernes Santo, tampoco los orureños van a visitar en primer lugar al Señor de Chiripujio, Cuchiraya o Calacala, sino a los mismos arenales y serranías. En mensaje es claro: ambos mundos – el andino y el cristiano – están presentes en la vivencia religiosa del pueblo de Oruro. No se quiere una guerra entre las religiones; se quiere tomar en cuenta a ambos. Se busca llegar a un acercamiento, por lo menos a una convivencia respetuosa y, cuando se pueda, a una única y armoniosa vivencia religiosa andino-cristiana.
Oruro: capital del diálogo interreligioso.
Lo que me pregunto es, si el proceso popular masivo de acercamiento que actualmente estamos viviendo y las iniciativas relativamente recientes (de colocar el Tío en el santuario y Cristo en los arenales), no podran llegar a tener una importancia similar a la famosa resolución en l879, cuando los mineros orureños determinaron unir la fiesta movible del Carnaval con la celebración de la fiesta patronal de la Virgen de la Candelaria del 2 de febrero. Es esa resolución de los mineros y los vecinos del barrio minero y los aportes de los ritos y bailes de las comunidades rurales, – es decir: una decisión de acercar lo andino a lo cristiano – que dio al Carnaval de Oruro su originalidad.
En aquel tiempo se hizo el cambio “pese a los calendarios, bulas y ritos de la iglesia católica”; actualmente se puede esperar mayor apertura al diálogo (Aparecida, nos. 238-239).
Todo indica que la ciudad de Oruro, por el mismo actuar del pueblo, se está perfilando como “la capital del diálogo interreligioso”, por lo menos para el mundo andino.
Gilberto Pauwels
AMERINDIA – CEPA Oruro