Nº11: Otra mina es posible, 10-03-05

OTRA MINERÍA ES POSIBLE:
“ESCUCHAR SIEMPRE EL SENTIR DEL PUEBLO”

Este buena noticia viene de Cajamarca (Perú), donde la empresa minera Yanacocha ha optado por un nuevo comportamiento frente a la población del campo y de la ciudad. La empresa multinacional que controla Yanacocha es Newmont, la misma que posee la mayor parte de ¿nuestro? Inti Raymi (Kori Kollo y Kori Chaca).

Yanacocha

Después de los conflictos desatados y la movilización del pueblo cajamarquino la empresa Yanacocha llegó a las siguientes conclusiones:

  • reconoce que no siempre ha sabido entender la magnitud de los cambios, provocados por su presencia, que han afectado la forma de vida y costumbres de la población.
  • reconoce que no siempre ha sabido escuchar los válidos reclamos y preocupaciones expresados por la población a lo largo de sus años de intervención.
  • expresa su voluntad de siempre escuchar el sentir del pueblo, reconocer sus errores y promover cambios positivos en su comportamiento.
  • ratifica su firme deseo de establecer y participar en mecanismos de diálogo y concertación que promueven la confianza, el respeto y la transparencia.
  • toma en cuenta la preocupación de la población del campo y de la ciudad respeto a la preservación de la calidad y cantidad de las aguas.
  • promete trabajar con las comunidades con el objeto de proteger las aguas (como ellos mismos dices ¿este precario recurso?).
  • y, como decisión que demuestra la seriedad de sus compromisos, solicita al Ministerio de Energía y Minas la revocatoria del permiso de exploración del Cerro Quilish, la actividad cuestionada por la población en vista de que este cerro es fuente de agua potable para la ciudad y las comunidades campesinas.

Nueva minería

Esta actitud de la empresa Yanacocha – y otras similares en el mundo? parece ser la expresión de una ¿nueva minería?. No es tanto la ¿tecnología de punta? que caracteriza a la minería moderna (el proceso de regar minerales con una solución de cianuro es sencillo). Los grandes desafíos están más bien en enfrentar y encontrar una solución satisfactoria para problemas como la utilización de inmensas cantidades de agua, el control de los metales pesados liberados y la neutralización de los pasivos mineros para que no hagan daños durante siglos. Esto quiere decir que son las condiciones geológicas, ecológicas y humanas las que deben determinar dónde se puede realizar actividades mineras, cuándo, con qué ritmo y qué tipo de tecnología.

Pero este no es todo. El mayor reto para la minería actual y del futuro es escuchar siempre el sentir del pueblo en cuyo territorio temporalmente se esté ubicando. Las cantidades de tierra que mueve la minería diariamente sigue creciendo, mientras que la cantidad de personas que se emplea para este trabajo está disminuyendo. Ya resulta más fácil que antes para las empresas mineras satisfacer las exigencias laborales, pero vista la magnitud de las operaciones, los impactos y riesgos que conllevan, ha crecido la obligación de atender los derechos económicos, socio-culturales y ambientales de la población local y regional.

El sentir del pueblo

¿Escuchar siempre el sentir del pueblo?, tal como lo está prometiendo Newmont en Cajamarca, implica respeto para las organizaciones populares, sus cosmovisiones, sus conocimientos y percepciones. Por la presencia de la mina, los pueblos originarios se enfrentan con productos y procesos que son ajenos a su cultura y realidad. Tienen el derecho a saber lo que pasa en su territorio y a que se les explique y compruebe, de manera independiente y transparente, en qué medida sus temores y percepciones son justificadas.

¿De dónde viene esta aparente conversión? de empresas mineras responsables? No cambiaron de actitud por pura generosidad, sino por los reclamos contundentes de la misma población, apoyada por las autoridades competentes, organizaciones sociales, ambientales, religiosas y medios de comunicación comprometidos con su pueblo. Aquí también constatamos que la lucha minera laboral se ha ampliado a un movimiento de reivindicaciones regionales y nacionales. Son los sindicatos mineros bolivianos que han mostrado este camino. Durante décadas han liderizado la lucha popular, más allá de sus propios intereses, contra dictadores y explotadores. Actualmente, por los reclamos del pueblo, las empresas mineras se ven obligadas a tomar en cuenta la mayor sensibilidad mundial por el respeto a los derechos humanos de toda la población.

En Oruro, la relación entre empresas y población se queda estancada al nivel de regalos, compras de conciencia, propagandas y divisionismos. En vista de las grandes necesidades y la pobreza general, indudablemente, esta estrategia a corto plaza, debe ser la más fácil para garantizar los intereses de las empresas. Pero no nos parece un camino sostenible, ni el más justo. ¿Será que, igual como en Cajamarca, algún día la población de Iroco, de las comunidades rurales y de la ciudad de Oruro se darán cuenta de todo eso y podrán llevar a los empresarios al mismo cambio de actitud como ya pasa en otras partes del mundo?

Las iglesias

La ¿opción preferencial por los pobres? que las Iglesias han asumido, está encontrando nuevas expresiones en el apoyo a estas corrientes de autodefensa populares. En Guatemala, la problemática de la minería aurífera a tajo abierto y con utilización de cianuro, es tema de discusión entre el Gobierno y la Conferencia Episcopal. Tres jurisdicciones eclesiásticas del Perú (Piura, Chulucanes y Jaén) se han pronunciado en el sentido de que las empresas mineras deben adecuarse a las condiciones geológicas del territorio y al ¿sentir de la población?. Algo similar pasó en la diócesis de Bariloche (Argentina) dónde además, en vista de la fragmentación social y los conflictos que ha provocado la presencia de la empresa en las comunidades (igual como en Oruro), se pide a las autoridades ¿reconstruir la convivencia social, mediante procesos de diálogo transparente y neutral, con amplia participación de la ciudadanía?.

Oruro

Hace poco, se realizó en Oruro, a un año de aprobación de una auditoria ambiental externa e imparcial que todavía no se concretizó, una marcha de protesta de unos 2000 representantes de las comunidades que se sienten afectadas por las actividades mineras de Inti Raymi (Chiwanku No.263). Este hecho revela, una vez más, la gran necesidad de que también en Oruro, se practique una minería que – igual como en Cajamarca y en otras partes – reconoce no siempre haber entendido y escuchado los reclamos válidos de la población, que reconoce haber cometido errores y tener necesidad de cambiar de actitud frente a las comunidades. No es mediante presiones al gobierno (como el envió de la carta del 16/11/2004 al Ministerio de Desarrollo Sostenible) y a las autoridades, dirigentes, subalternos y beneficiarios, que se promueve un clima de confianza, respeto y transparencia.

Otra minería es posible.