LA OPCION POR LA MADRE TIERRA
I ¿QUÉ PODEMOS HACER?
” ‘Nuestra hermana la madre tierra’ es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación. Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida.” (No. 125)
Eso es lo que afirmaron los obispos de América Latina, hace un año, cuando estaban reunidos para formular orientaciones y recomendaciones para la Iglesia y todo nuestro continente (Aparecida – Brasil, mayo de 2007).
Tal vez no se puede hablar plenamente de una verdadera “opción”. Las inquietudes ambientales se presentan como desafíos de atención a nuevos problemas en la situación actual, y no tanto como un nuevo enfoque ecológico y cultural desde donde se lee toda la realidad. Los recursos naturales y culturales, la biodiversidad y la diversidad cultural no son adoptados como puntos de partida del análisis global. Sin embargo, no se puede negar que la Iglesia – también a nivel universal – considera la problemática ecológica y su relación con “los pueblos originarios de América” (No. 125) como prioritarios.
Respeto a la naturaleza
Para la Iglesia Latinoamericana y del Caribe respetar la naturaleza implica tres dimensiones: 1. “promoción de una ecología humana abierta a la trascendencia”; 2. “solidaridad con la generación presente y las futuras”; 3. “justicia distributiva respetando el desarrollo sostenible”. (no. 126) Todavía estamos lejos de eso: “Aunque hoy se ha generalizado una mayor valoración de la naturaleza, percibimos claramente de cuántas maneras el hombre amenaza y aún destruye su ‘hábitat’ “. (No. 126)
Las empresas transnacionales
El documento conclusivo de Aparecida menciona, como una de las mayores amenazas para el derecho a una vida digna y sana, la falta de respeto de parte de las empresas transnacionales para con las poblaciones locales. “Las industrias extractivas internacionales y la agroindustria, muchas veces, no respetan los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones locales y no asumen sus responsabilidades. Con mucha frecuencia se subordina la preservación de la naturaleza al desarrollo económico, con daño a la biodiversidad, con el agotamiento de reservas de agua y de otros recursos naturales, con la contaminación del aire y el cambio climático.” (No. 60)
Derecho de decisión
Las primeras víctimas de la falta de respeto para la naturaleza son los pueblos originarios, que han perdido el derecho de decisión sobre sus riquezas naturales. “En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas.” (No. 84)
Robo de conocimientos
No solo se destruye los ecosistemas que dan vida a los pueblos originarios, además se les roba sus conocimientos sobre estos recursos. “América Latina es el continente que posee una de las mayores biodiversidades del planeta y una rica socio diversidad, representada por sus pueblos y culturas. Éstos poseen un gran acervo de conocimientos tradicionales sobre la utilización sostenible de los recursos naturales, así como sobre el valor medicinal de plantas y otros organismos vivos, muchos de los cuales forman la base de su economía. Tales conocimientos son actualmente objeto de apropiación intelectual ilícita, siendo patentados por industrias farmacéuticas y de biogenética, generando vulnerabilidad de los agricultores y sus familias que dependen de esos recursos para su supervivencia.” (No. 83 y 67)
Los hielos, el agua y la selva
Las exigencias de nuestro continente frente a “la creciente agresión al medioambiente”, forman parte de una problemática global, que incluye el deshielo, el calentamiento global y los cambios climáticos. (No. 86-87) Nosotros sufrimos y sufriremos por “el estilo de vida no sostenible de los países industrializados”. Gracias a nuestros acuíferos abundantes y grandes extensiones de territorio selvático, “damos gratuitamente al mundo servicios ambientales que no son reconocidos económicamente.” (No 66)
Para responder como cristianos y personas con compromiso social a estos y otros nuevos problemas, el documento de Aparecida contiene una serie de sugerencias concretas, que explicaremos en el siguiente aporte.