22 de abril: DÍA DE LA MADRE TIERRA
Desde hace varios años organizaciones ambientalistas a nivel internacional han ido trabajando para el reconocimiento a nuestro planeta como nuestra “Madre Tierra”; sin embargo, este paradigma aún no ha sido asimilado completamente. Su aplicación, el reconocimiento y el respeto a la Madre Tierra queda muy distante por la gente que consumen y tira sus residuos por doquier; por algunas empresas industriales tecnológicas y agrícola-pecuarias que depredan la naturaleza sin control; sobre todo por empresas de visión extractivista de los recursos naturales y herederos de una política capitalista de corte neoliberal. Todos, de una u otra manera, están dañando la Madre Tierra.
En primer lugar debemos preguntarnos, ¿qué implica la implementación de la declaración de la Madre Tierra? Es reconocer a la Tierra y sus ecosistemas como nuestro hogar, alcanzar un verdadero equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las presentes y futuras generaciones, y promover la armonía entre la naturaleza y el ser humano.
La última afirmación está en correspondencia con denominativos que son utilizados como indicadores de la interdependencia existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que todos habitamos.
La proclamación del 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra supone reconocer la Tierra y sus ecosistemas como los que nos proporcionan la vida y el sustento como seres humanos. Además, supone reconocer nuestra responsabilidad como habitantes de este planeta. En consecuencia, los gobiernos internacionales, nacionales y locales, junto con sus poblaciones, deben de promover no solamente la armonía con la naturaleza y la Tierra a fin de alcanzar un justo equilibrio que garantice el “Vivir Bien” de todas las personas, sino también la explotación racional y responsable de los recursos naturales para satisfacer las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras.
A iniciativa de Bolivia, la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró en 2009 el 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra. Esta declaración tiene el respaldo de 192 países que integran la asamblea general de este organismo internacional.
El presidente Evo Morales planteó en varios eventos internacionales que el siglo XXI debe ser considerado el de los derechos de la Madre Tierra y de todos los seres vivos que la habitan: “Los derechos de la Madre Tierra son más importantes inclusive que los propios derechos humanos, porque si el planeta se extinguiera por el irrespeto y el cambio de políticas irracionales de industrialización, la humanidad dejaría de existir”.
En este contexto, Bolivia tiene la responsabilidad de asumir acciones de preservación de la naturaleza y sus ecosistemas frente a las constantes hostilidades que amenazan con la destrucción de nuestro planeta por políticas irracionales de industrialización y extracción. Nuestro país debe ser pionero en la lucha en contra de la explotación irracional de los recursos naturales que, además de dañar los ríos, lagos, suelos y subsuelos, destruye los ecosistemas.
DERECHOS DE LA MADRE TIERRA
En abril de 2010, se realizó la Cumbre Mundial de los Pueblos en Tiquipaya – Cochabamba – Bolivia, espacio donde se reflexionó sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. El encuentro lanzó algunas recomendaciones de alerta sobre los peligros que amenazan a la vida por las agresiones a la naturaleza.
De estas recomendaciones, Bolivia considera que la declaración del Día de la Madre Tierra debe profundizar cuatro principios básicos:
- El derecho a la vida de los ecosistemas.
- El derecho a la regeneración de la biodiversidad.
- El derecho a vivir sin contaminación.
- El derecho a la convivencia armónica con la naturaleza.
MADRE TIERRA – PACHAMAMA
En nuestras culturas al referirnos a la Madre Tierra, lo hacemos utilizando el vocablo Pachamama. Esta palabra, en la cosmovisión originaria, tiene un alto contenido religioso. Se reconoce la sagralidad del territorio en donde se habita. En este contexto, las ritualidades andinas que realizan, los hombres y las mujeres buscan restablecer el equilibrio entre el ser humano y la Madre Tierra, para así poder disfrutar de los beneficios que amablemente nos da la naturaleza a través de la agricultura; las fuentes de agua; los lugares de pastoreo; la reproducción de animales; los recursos naturales y diversas fuentes laborales. Según la comprensión del mundo andino, romper con este equilibrio es romper con la armonía que el ser humano requiere para “Vivir Bien”.
Así también los obispos en la Conferencia General en Aparecida (2000) afirman: “Nuestra hermana la madre tierra (Francisco de Asís) es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación. Desatender las muchas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida”.
Julián Arias Carballo
CEPA – LIDEMA