Nº824: Buscando alternativas de sostenibilidad ante la quema de la totora; El humo del diesel provoca cáncer en los seres humanos, 13-09-13

BUSCANDO ALTERNATIVAS DE SOSTENIBILIDAD ANTE LA QUEMA DE LA TOTORA

La cuenca lacustre endorréica cerrada del lago Uru-Uru, es rica en biodiversidad porque reúne gran cantidad de flora y fauna. Se pueden observar plantas acuáticas, peces, anfibios, microorganismos, aves acuáticas y otros animales terrestres que dependen de las aguas del lago. Todos estos seres vivos se encuentran interrelacionados entre sí. La vegetación acuática constituye un hábitat para algunas especies de vida silvestre como aves y peces, proporcionando material para la construcción de nidos, la protección de cardúmenes de peces pequeños. Suministra a los habitantes de las riberas recursos y materiales de gran importancia.

La totora como parte importante de la flora del ecosistema en el lago Uru-Uru, también juega un papel muy importante dentro de la cultura y economía de los pueblos que habitan y dependen del lago. La totora brinda a las comunidades de Santo Tomas, Quitaya, Pumpulaya y Ospitaya, que son circundantes al lago, un enorme beneficio. Una vez que está seca, la planta necesita de un rebrote fresco, convirtiéndose su quema los meses de junio a septiembre, en una alternativa de renovación y un beneficio como forraje para el ganado vacuno del sector.

Los impactos ambientales más evidentes que afecta a la fauna y flora de este ecosistema, son las aguas residuales de la ciudad, empresas mineras y el chaqueo de los matorrales de la totora. El lago Uru-Uru muestra altos niveles de contaminación por el evacuo de desechos líquidos de la ciudad de las aguas residuales de las empresas mineras del sector. Los exámenes realizados a las aguas han permitido verificar en los sedimentos y la totora alta presencia de metales pesados de zinc, cadmio, plomo, hierro y arsénico, que son indicadores de la contaminación.

Para el chaqueo de la totora se pueden dar alternativas menos dañinas, en remplazo de esta práctica ancestral de la quema. Los humos que genera esta práctica muchas veces son trasladadas por los vientos fuertes a la ciudad de Oruro.

El impacto ambiental que acarrea el quemado de totora, afecta toda la flora y fauna del lago y la atmosfera, ya que el cargado humo y las partículas de polvo contienen contaminantes como fósforo y potasio, elementos químicos que provienen de la totora quemada. De esta manera se incremente el CO2, aumentando el efecto invernadero en el altiplano y por ende el calentamiento global.

¿Qué acciones y soluciones se pueden realizar para minimizar la quema de totora?

Las autoridades nacionales, departamentales y municipales, no logran imponer con normativas legales sanciones al chaqueo que realizan los habitantes de comunidades que dependen del lago. Se debe trabajar en concientizarlos y sensibilizarlos. Esto es factible, ya que ellos, al tener información sobre los efectos de su actuar, buscaran soluciones, impulsando la quema planificada, controlada de la totora o en el mejor de los casos su industrialización.

Una de las posibles soluciones que plantea el Centro de Ecología y Pueblos Andinos (CEPA) es la cosecha de la totora para darle valor agregado, A través de proyectos de investigación, se ha comprobado que la totora es excelente alimento para el ganado. Es una alternativa que ofrece alimentación de alto valor nutricional, prometiendo en las reses mayor producción de leche y carne mejorada. Queda, sin embargo, el problema de la contaminación que se concentran mayormente en las raíces y afecta además el valor nutritivo de la planta. ¿Qué se puede hacer con totora contaminada con metales pesados? Se la puede industrializar de otras formas, como en la fabricación de papel de totora. Hay muchas vías para aprovechar este recurso; se debe de trabajar con los comunarios que realizan el uso de los totorales para el benefició de sus ganados y la mantención de sus familias.

La cosecha de la totora es una alternativa ambiental que evita la quema que daña al ecosistema lacustre y a la salud.

Saul Nelson Aguilar Challapa
Unidad de Formación y Comunicación – CEPA