Nº9: Mirada al desarrollo local 2004-2005, 13-01-05

UNA MIRADA DEL CEPA AL DESARROLLO LOCALORURO 2004-2005 (PARTE I)

Una de las novedades más remarcables del año 2004 ha sido que una parte apreciable de la población de Oruro, sus autoridades y dirigentes, se han convencido, más que antes, de que el progreso y el desarrollo son conquistas; no son regalos que caen así no más del cielo.

Como orureños nos damos cuenta que el desarrollo sostenible de una región es algo que se proyecta, se planifica, se organiza y se ejecuta. En este proceso, inevitablemente se presentan tensiones, porque se tiene que fijar prioridades que provienen de la opción por un determinado modelo de desarrollo.

Pero: ¿Cuáles han sido las consecuencias de esta toma de conciencia? ¿Estamos tomando ahora efectivamente en nuestras manos la planificación y la ejecución de un plan global de desarrollo regional? ¿Cuáles son los objetivos y metas que han fijado nuestras autoridades y organizaciones cívicas y en qué medida corresponden a los anhelos de la población? Veamos algunos ejemplos.

Una de nuestras potencialidades más novedosas es el turismo. Tenemos dos zonas ecoturísticas por excelencia: el parque Sajama y el salar de Coipasa. Pero, de hecho, el flujo turístico al parque se está organizando desde La Paz. Con el salar de Uyuni pasa lo mismo. Nos hacemos la ilusión que la promoción del turismo hacia Uyuni, beneficiar? a Oruro, olvidando que esta ruta, con absoluta prioridad, forma parte del plan turístico de Sucre, Potosí y que, con un camino pavimentado, se favorecerá la comunicación directa desde y hacia La Paz, sin tener que contar con servicios en Oruro. Mientras tanto Oruro descuida el desarrollo del turismo hacia el salar de Coipasa, a pesar de que ofrece las mismas características del salar de Uyuni, es más cerca de las ciudades, tiene un clima más benigno y está ubicado en un contexto étnico y cultural más variado y llamativo.

También tenemos nuestro Carnaval. Falta, sin embargo, un estudio para determinar de qué manera el Carnaval, que exige una inversión familiar considerable y implica un alto grado de autoconsumo, puede llegar a ser un factor significante para el desarrollo de Oruro.

Otra oportunidad que se ofrece a Oruro es su ubicación geográfica internacional envidiable, que abre una serie de posibilidades, no solamente para el comercio, sino también para crear fuentes de trabajo en dar un valor agregado a los productos importados o a la producción nacional antes de su exportación. Actualmente es más el comercio informal e ilegal, que una política comercial organizada, planificada y controlada, que asegura el sustento de numerosas familias orureñas.

¿Y qué decir de las posibilidades para la agricultura y la ganadería, que ofrecen nuestros ecosistemas de altura? Indudablemente nuestras tierras y clima presentan limitaciones considerables, pero al mismo tiempo también oportunidades únicas. Son, sobre todo, los esfuerzos extraordinarios de miles de familias campesinas que están dando una respuesta creativa a las nuevas oportunidades nacionales y hasta mundiales, para la crianza de camélidos, el cultivo de la quinua, las habas, plantas medicinales, flores, la horticultura y la gran variedad de tubérculos que caracteriza nuestra región. Además diversifican la elaboración de alimentos ecológicos “de montaña”, a base de leche, carne y otros productos regionales.

Hasta ahora, los productores del campo deben contentarse con promesas o con apoyos que, por la gran cantidad de familias productivas, resultan insignificantes. Fácilmente se dice que sus perspectivas de producción son tan limitadas que deben ser subordinadas a otras actividades económicas, mientras que estudios serios podrían demostrar que la agricultura y ganadería a mediano y largo plazo son primordiales para el desarrollo sostenible del departamento.

El discurso oficial es que Oruro debe optar y ha optado por la minería como el gran potencial para dar futuro a la región. Un grupo de personas, en nombre de toda la población, propone dar prioridad absoluta a la reactivación minera como único camino de salvación.

Sin duda, al departamento de Oruro le espera un futuro minero de grandes dimensiones (ver Crónica 5 y 6), pero la anunciada reactivación minera a beneficio del bien común (ver Crónica 1 y 2), no llegó. Para disfrazar este atraso o fracaso, se buscó una explicación y se la encontró en la supuesta oposición del movimiento socio ambiental.

No se ha podido presentar ningún caso concreto en el cual la preocupación ecológica haya impedido o dificultado la reactivación minera, pero igual no más, se usa como chivos expiatorios a los defensores del medio ambiente, de todas las dificultades que pueda enfrentar la minería. Ni siquiera se ha querido tomar en cuenta que, si los ambientalistas piden mayor seguridad ecológica y menos contaminación, al mismo tiempo están pidiendo mayores inversiones y más fuentes de trabajo, precisamente para asegurar la infraestructura, trabajo y prevenciones necesarias para una gestión ambiental responsable. En un periódo de alza de precios, con mayor razón se puede pedir eso a las empresas.

El movimiento socio ambiental pide también más beneficios para la región, en recompensa por las riquezas no renovables que se explotan. Esta exigencia no encuentra eco entre los “defensores de la minería”. Lo que hacen es ocultar cuidadosamente que el apoyo que se quiere dar a la minería en infraestructuras de caminos y manejo de aguas, de repente ser mucho mayor a lo que se pueda recibir como regalías mineras. En el pasado fueron las empresas mineras que abrieron caminos y redes de vías férreas por esfuerzo propio. Actualmente la minería “moderna” logra que se gasten fondos públicos para implementar las infraestructuras de transporte.

Las empresas mineras se auto-alaban por su aporte al desarrollo regional y las autoridades, organizaciones cívicas y algunos medios de comunicación, les siguen el paso. Viendo las cifras, se trata de auto-alabanzas por las migajas que están dejando a los que en realidad son los dueños del pan, que ellos están cortando y consumiendo.

Decimos y repetimos que la minería es un gran potencial – no es el único – para el desarrollo sostenible del departamento de Oruro. Su capacidad de generar grandes recursos en tiempos relativamente cortos da la posibilidad de realizar inversiones de gran amplitud en otros medios de producción sostenibles. Pero, en concreto, eso es lo que no se ha podido hacer. No se hizo, con la explotación de la plata durante siglos, ni con la producción del estado en el siglo pasado y tampoco con las cien toneladas de oro que salieron del Kori kollo en los últimos años. ¿Qué pasará con las diez toneladas de oro que, como producción inicial, en los próximos años saldrán de Kori Chaca, en el sur de la ciudad? ¿Qué nos está pasando?

El panorama parece claro. Sí, nos hemos dado cuenta que el desarrollo sostenible de una región se planifica y se organiza, pero esta planificación no la estamos haciendo nosotros mismos. La estamos dejando en manos de otros, para que ellos decidan lo que se hace y no se hace en Oruro, según sus propios intereses. Como si no tuviéramos memoria del pasado, estamos sumisos como nunca antes ocurrió en la historia de Oruro. No nos atrevemos a preguntar, exigir, imponer limites o cargos e incluso reprochamos a los que se arriesgan a hacer alguna pregunta, aunque sea puramente informativa. ¿Por qué? no logramos tomar nuestro destino en nuestros manos?

La respuesta a esta pregunta puede ser múltiple. ¿Será por impotencia o incapacidad? ¿Por falta de voluntad o de visión? ¿Nos dejamos impresionar demasiado por presiones externas? ¿O, más bien, responde a intereses sectoriales y personales, ajenos al verdadero desarrollo de Oruro? Dejamos al lector el análisis y la reflexión sobre este tema.