1ra CAMPAÑA DE LIMPIEZA DEL Q’ILLU Q’ILLU
El pasado viernes, 26 de febrero se realizó la “La primera campaña de limpieza del q’illu q’illu” en la comunidades de Zona Norte y Chusekery de San Pedro de Challacollo. Es una de las actividades previstas dentro del Proyecto de “Desarrollo Comunitario y Fortalecimiento del municipio de El Choro”, apoyado por la Cooperación Técnica Belga y el Centro de Ecología y Pueblos Andinos- CEPA.
El objetivo de esta actividad, fue, por una parte apoyar a la comunidad en su desarrollo productivo ganadero y por otra tomar conciencia de la magnitud de la problemática real del q’illu q’illu o botón de oro.
El q’illu q’illu, es una planta con flores de un amarillo intenso y ramas verdes; su tamaño tiene un promedio de 25 a 30 cm. El nombre científico de la planta es “hymenoxys robusta” y se encuentra en las regiones aledañas al rió Desaguadero y los lagos Poopó y Uru- Uru en el departamento de Oruro. Esta planta es dañina para la salud de los animales, especialmente de las ovejas, llevándolos inclusive hasta la muerte, dejando inservible su carne. Una vez ingerida la planta por varios días, el animal empieza a toser y decaer hasta que le sobreviene la muerte. Los comunarios lidian con este problema con técnicas caseras de tratamiento, como darles agua con limón, agua en forma de suero, agua de zanahoria y afirman que a veces da resultado el tratamiento y otras veces no. Incluso se afirma que la ingesta de la planta afecta también a las vacas; una vez curadas del q’illu q’illu, su recuperación no es total, volviéndose enfermiza y llevándolas también a la muerte.
Según información que se obtuvo en el lugar, la planta botón de oro ya existe en la zona desde hace más de 50 años, pero la cantidad era mínima y se presentaba en pequeños arbustos dispersos. Era confundida con la manzanilla y los abuelos mandaban cuidarla. Fue por los desbordes del río Desaguadero que la planta se extendió; la semilla fue trasladada en el agua y empezó a florecer de forma masiva en zonas aledañas al río Desaguadero. Los abuelos recuerdan, por ejemplo, la inundación de los años 75 – 79, cuando la extensa pampa de grandes pajonales quedó como lago por el transcurso de 2 a 3 años. A la expansión masiva de la planta desde la década de los años 70 y 80, se aumentó la migración de las personas y familias del lugar a otros lugares, dejando descuidados terrenos extensos ahora cubiertos con q’illu q’illu.
La lucha permanente de los comunarios con la planta ha llevado a desarrollar una serie de conocimientos en relación a su extracción, como el hecho de que, para tener una erradicación efectiva, se debe sacar la planta desde la raíz y depositarla en huecos cavados, de preferencia en lugares salitrosos. La extracción se realiza en época de lluvias, desde diciembre hasta febrero y al principio de marzo, cuando las plantas aún no echan semilla. Otra forma de extracción asumida en los últimos años, sobre todo en terrenos ceñidos de q’illu q’illu, es con tractor, removiendo la tierra. También se ha erradicado la planta con tecnología del agua, inundando el sector donde crece por 3 semanas aproximadamente.
Hasta ahora los comunarios de estas zonas han luchado solos contra esta planta dañina. Ante la masiva extensión de la misma, es necesario concienciar y alarmar a la población y hacer partícipes a otras instituciones para que tras un trabajo mancomunado, se pueda dar soluciones a este problema o generar políticas públicas que ataquen esta plaga. Por ello, en la primera campaña de limpieza realizada el pasado viernes 26 de febrero, se trabajó coordinadamente con la Prefectura del Departamento mediante la Dirección de Medio Ambiente, la Segunda División del ejército (Div-2) RA-1 Camacho, la Universidad Técnica de Oruro- Facultad de Agronomía y el Centro de Ecología y Pueblos Andinos (CEPA).
En esta campaña, se cubrieron 6 ranchos de la comunidad Zona Norte de Challacollo (Rancho Calizaya, Rancho Condori, Mallku k’ota, Rancho Espinoza, Sika Irzuma, Rancho Santos) y la comunidad de Chuzekery, abarcando una extensión aproximada de 35 hectáreas dispersas en una jornada de forma manual, y con maquinaria más de 6 hectáreas. A partir de esta experiencia y tras observar la gran extensión de terreno que ocupa esta planta, esperamos que se unan esfuerzos para posteriores acciones a beneficio de la población afectada. Por esta razón agradecemos a las instituciones mencionadas, esperando que se pueda coordinar de esta manera futuras acciones a favor de comunidades y la población en general.
Marco A. Zabala M. y Gabriela León A.
UNIDAD DE CULTURAS – CEPA