LA UNIDAD EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS
A finales de febrero algunos de nosotros, los mayores, comentábamos “¡qué rápido pasan los días! Ya entrando al mes de marzo”, no pasaron ni dos semanas y parece que el tiempo se hubiera detenido de golpe. No solo para los orureños, sino para los bolivianos y los latinoamericanos; también para el mundo entero. ¿Qué paso? No hay diferencia de clase, lengua, raza ni posición social ni económica. Todos nos encontramos en la misma situación, nos invadió el Coronavirus.
Todos hablamos del “coronavirus”, pero nadie nos dice lo que es exactamente, todos están en una búsqueda incesante de encontrar el origen de este virus, aunque hay muchas especulaciones. Muchos científicos “están en búsqueda de la vacuna efectiva” y las respuestas que encontramos es “que ha mutado y las variables son muchas”,no tenemos una respuesta positiva aún. Solo sabemos que tiene los síntomas de un super resfrío.
Los que trabajamos con las ciencias sociales, nos hemos quedado mudos porque no nos dan orientaciones sociales para salir de esta crisis mundial. Los economistas, empresarios privados, los dueños de las medianas y pequeñas empresas nos hablan de una crisis económica y la caída de las bolsas internacionales. Parece que el modelo de desarrollo de esta época no tiene la respuesta, solo nos muestra una humanidad frágil sin diferencias económicas, condiciones sociales y culturales. Todos compartimos una misma realidad.
¿Qué pasó? Algunos hablan de intereses de grupos de ataques de los de las izquierdas o de las derechas. Los economistas nos dicen que fue una jugada financiera que traerá beneficio a algunos poderosos. Pero ¿por qué los poderosos también están buscando respuestas? Hoy en día los países desarrollados o antes denominados “del primer mundo” nos dan cuenta de la cantidad de muertes diarias a causa del coronavirus. Muchos de ellos hacían alago de sus sistemas de ser “amigables con la Madre Tierra” y sus políticas sociales para evitar la suciedad en las calles.
Por otra parte, para todos los sectores sociales y en especial para los jóvenes, sin distinción de posición social ni económica, las Redes Sociales (RRSS) se han constituido en compañeros fieles que han roto fronteras geopolíticas y han acercado a los lejanos y han alejado a los seres más cercanos.
Estas mismas RRSS, durante los últimos días, nos dan noticias de que “se ha encontrado la vacuna” al poco rato “la vacuna se encontrará para abril y se pondrá a prueba en junio” y otros “que la vacuna estará lista en 18 meses”. Esta situación nos pone en una situación de esperanza y de desilusión a la vez. Pero todo el mundo espera que la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización Panamericana de la Salud (OPS) dé un informe oficial.
Parece que ahora la comunicación se ha hecho necesaria; pero se requiere una comunicación, real verdadera y sincera que no solo pueda crear expectativas, sino que pueda devolvernos las esperanzas de seguir caminando juntos, de seguir construyendo vida sin descuidar nuestras relaciones interpersonales ni descuidos con la Madre Tierra.
El mensaje esperanzador al unísono es:
- Distanciamiento social.
- Lavarse las manos con jabón, al entrar y salir del hogar.
- Si tienes algún síntoma “aíslate”
Tres prácticas que parecen tan fáciles de cumplir cuando creemos que el “otro”, el “diverso” o “el diferente” es importante. Pero los resabios del neoliberalismo aún están entre nosotros, sus indicativos fueron la autoestima y “el yo” como los únicos importantes. Sin embargo, hoy este virus nos muestra que “yo soy importante en tanto el otro es importante para mí”. Lo que antes nos enseño la filosofía latinoamericana, basada en los pueblos indígena originarios campesinos, pero nos habíamos olvidado.
Quizás ha llegado el momento de hacer una parada en nuestra vida “el tiempo se ha detenido y ya no avanza tan rápido”, pues muchos estamos en un tiempo de cuarentena (aunque dure solo 15 días), un tiempo para estar en casa y repensar en nuestras relaciones interpersonales; un tiempo de pensar y trabajar en equipo; es el tiempo de pensar que yo puedo aportar al mundo entero. Muchos aún no comprendemos el mensaje que nos está dando este momento, porque nos ha invadido y sometido el miedo que nos empuja que el “otro” esté alejado y que salga de nuestro entorno inmediato, que se vaya o que se regrese al lugar por donde vino.
Debemos construir y trabajar en nuestra ecología interior, es necesario pensar que nuestra humanidad es importante y necesaria por cuestión de responsabilidad conmigo, con mi familia y comunidad.
En este tiempo de cuarentena debemos hacer un alto a lo que vemos en la televisión, oímos en la radio y vemos en las redes sociales; debemos promover una limpieza interior y reencontrarnos con nosotros, con nuestra familia y con nuestra comunidad. Llegó el momento de la solidaridad entre todos y por ello en este momento de “silencio” debemos evitar que el temor se convierta en terror, que nos hace discriminar al “otro” y queremos que salga de nuestro entorno. En estos días hemos oído a los enfermos (no importa si es boliviano o extranjero) “la gente nos discrimina y no nos dejan salir ni a buscar alimentos”… “no hay quien nos compre cosas para la cocina y otros servicios”, también vimos y escuchamos en varios lugares de que no permitimos que se acerquen a los hospitales y por ese terror mucha gente no se quiere declarar como posible infectado y tiene miedo de estornudar o toser en las calles por “temor a la discriminación”.
Quizás es la hora de preguntarnos por la corresponsabilidad humana en general; por nuestra corresponsabilidad de quienes viven en nuestro entorno; de preocuparnos del otro; de sentir por el otro; y mejorar el mundo.
En un mundo donde la violencia parecía generalizarse y la violencia intrafamiliar haber aumentado, parece raro escuchar el informe de Igualdad de Oportunidades de Oruro (DIO) en este mes de marzo “en estos días de cuarentena y donde las familias pasan más tiempo juntas sin salir, las denuncias de violencia intrafamiliar han disminuido considerablemente”. Quizás el mensaje es que necesitamos más espacios de encontrarnos para posibilitar la lucha contra la violencia, la discriminación y desestructuración familiar. Como vemos en los mensajes, todo nos invita a que esta etapa lo tenemos que enfrentar entre todos, lo contrario nos llevará a cerrar fronteras locales, departamentales, nacionales e internacionales, por ello TODOS SOMOS RESPONSABLES DE TODOS.
Julián Arias
PROGRAMA DIVERSIDAD – Unidad de Culturas – CEPA