Nº1072: Desafíos del CEPA después de 24 años: diversidad y cambio en la naturaleza y en las culturas

LOS DESAFÍOS DE CEPA DESPUÉS DE 24 AÑOS:

DIVERSIDAD Y CAMBIO EN LA NATURALEZA Y EN LAS CULTURAS

Pensar en la gran diversidad que hace al departamento de Oruro, es pensar en la innegable presencia de sus culturas y de su naturaleza.   Se podría pensar el medio ambiente de Oruro entre lo blanco de la nieve y lo blanco de la sal. La nieve que se fue perdiendo y la sal que se está expandiendo. Dos realidades naturales que son fases de un solo fenómeno, que condicionan y complejizan todo tipo de vida. 

En el ámbito social, podemos afirmar que en Oruro viven y se manifiestan como seis culturas diferentes, que plasman sus vivencias y relaciones interculturales a partir de una gran gama de productos de intercambio y de contactos, unos positivos y otros cuestionables o negativos. Éstas culturas a las que nos referimos, son los pueblos originarios de Karangas que ocupan casi todo el occidente, los Quillacas al sud, los Soras al noreste, los Urus de las orillas del lago Poopó y los Urus Chipaya de las proximidades del salar de Coipasa. Culturas, cuyas poblaciones uru, aymara, quechua deben compartir el espacio con una población urbana cada vez más creciente e incluso con otras poblaciones migrantes que se han constituido en verdaderos anillos que engranan un sistema de intercambio y de interculturalidad a todo nivel.

En este contexto, se plantea la justicia como una prioridad. Como un gran deseo y búsqueda de justicia medioambiental y socio cultural. Donde cada uno tiene “derecho” por ser “ser humano”. Así todos tenemos derechos, y todos estamos inmersos en procesos de constante cambio, que como nunca se hacen tangibles. Mantener ésta  diversidad entre los diferentes grupos culturales en el departamento y también mantener la diversidad de la naturaleza es el reto de hoy. En un ámbito de cambios sumamente rápidos, estos procesos de transformación se han profundizado. No como un programa político pero sí como una tendencia de la gente hacia el cambio, es decir hay la disponibilidad a lo emergente. En este sentido, tenemos la obligación de ponernos al servicio, y acompañar desde el trabajo institucional ambos aspectos, naturaleza y cultura.

CEPA siendo fiel a su misión como Centro de Ecología y Pueblos Andinos, tendrá que estar presente en éstos proceso de transformación de la realidad que vive la gente. Mucho tiene que ver la situación de la naturaleza cuyos cambios condicionan los cambios en la sociedad. Por lo que una de las tareas específicas es preservarla para garantizar la vida. En un contexto intercultural, se habla mucho de la sabiduría de los antepasados y de su cosmovisión que están orientados a conservar lo bueno, sin pensar por ello que buscamos encerrarnos en el pasado. Los pueblos y culturas tienen también derecho a las conquistas de la humanidad, a la tecnología, en la medicina, en el transporte, en la comunicación.

CEPA busca entonces, acompañar al departamento y a cada una de sus comunidades que así lo requieran como una concreción de su visión. “Estamos” en el sentido de advertir sobre las situaciones que nos amenazan producto de la contaminación minera, del uso irracional del agua, los  plásticos, los desechos. A partir de la generación de conocimientos e información en cuanto a calidad de las tierras, calidad y amenazas sobre las aguas. En el ámbito social, prevenir sobre los procesos culturales, sobre el rol de la memoria histórica y religiosa. Y en ambos aspectos, tanto cultural como medio ambiental, sobre el saqueo de sus riquezas.  Desde su origen, el CEPA no “hace” sino “acompaña”, nuestra tarea es ver y hacer conocer la realidad desde el análisis y la reflexión.

Si bien lo más fuerte actualmente es el Cambio Climático y su amenaza sobre las fuentes de agua potable y sobre las tierra, la preocupación es extensiva a la producción ganadera de los camélidos, a la producción de la quinua, además del uso de diferentes plantas y animales que no siempre deben ser vistos sólo como alimento sino como parte de ecosistemas compartidos. ¿El quirquincho por ejemplo, su ausencia o presencia qué papel tiene en nuestra vida?. Conocemos los cambios que vienen de afuera, pero también debemos asumir los que nosotros hemos originado. Si bien, nos vemos obligados a  adaptarnos, debemos hacerlo pensando en que la naturaleza no sólo tiene sentido por su utilidad al hombre. La madre tierra tiene derecho a ser defendida por su propio valor, no sólo se trata de guardarla sino también de mejorarla de manera racional y correcta.

Los pueblos originarios solían tener respuesta a los cambios climáticos, por ejemplo los ciclos de años lluviosos o años secos que caracterizan al altiplano generaron saberes y conocimientos para vivir la variedad climática. Actualmente ya no se reconocen éstos cambios. En el campo, algunas prácticas  ahora pierden utilidad, el tema de las señales de la naturaleza por ejemplo, ya casi no tienen el mismo valor del pasado, por ello la novedad es aprender a vivir con los cambios y darles respuestas actuales. Si bien, hay nuevos elementos presentes producto del intercambio cultural – tecnológico, es evidente que a la presencia de los plásticos no habrá una respuesta desde los antepasados.

Las problemáticas nuevas plantean nuevas preguntas por lo que debe desarrollarse la capacidad de contribuir con la búsqueda de nuevas respuestas. La contaminación minera existe desde hace mucho,  pero hoy en la llamada “nueva minería” se usan nuevas substancias y nuevas tecnologías más agresivas, por lo que es una obligación alertar sobre los peligros subyacentes y buscar soluciones, es una tarea insoslayable.

Como CEPA, también tenemos que aprender y reflexionar sobre nuestras experiencias pasadas y desde el conocimiento adaptarnos a nuevos procesos de cambio que se presentan. En los próximos años  debemos cuidarnos de no dar las mismas respuestas y soluciones, cuando los problemas han cambiado. Estamos obligados a ser creativos. Tenemos que ser otros, no sólo con las comunidades del campo, sino también con los barrios de migrantes producto de la doble residencia que aún mantienen nexos con cosas y conocimientos del pasado y que están en búsqueda de lo nuevo. Tenemos que estar cerca a las poblaciones urbanas heterogéneas, de jóvenes, hombres y mujeres. Es urgente la toma de conciencia de las autoridades y de la población en general, sobre la situación crítica de los ecosistemas que son parte integrante de un sólo planeta y cuya lógica natural ya no funciona. Por lo que sus poblaciones buscan un mejor futuro para sus hijos. Por ello, dar mayor importancia a los pueblos originarios presentes en los barrios, será un reto del futuro.

Lo más novedoso e resaltante del momento y de los procesos de transformación y cambio, es que la gente quiere “los cambios”, quiere ser partícipe del cambio global. Aspecto que tiene sus riesgos, ya que sin una reflexión se puede asumir imposiciones “globales” que responden a intereses encubiertos sobre los recursos y sobre los territorios.

¿Cómo desde el CEPA podemos ayudar en la búsqueda de alternativas?. Optando por actores preferenciales: las mujeres, quienes tienen una relación innata con el agua y la tierra, en ellas está la responsabilidad de formar a los niños y transmitirles conocimientos y memorias de su cultura. Los jóvenes, varones y mujeres como actores de muchísima importancia porque tienen que asumir responsabilidades y liderazgos actuales que garanticen el futuro de todos.

Desde el CEPA, percibimos como temáticas importantes: el agua no sólo como recurso sino también como parte de la cosmovisión y principio de vida que se expresa en prácticas rituales vigentes. Cuando se habla de territorio se habla de agua. En todas las culturas es un principio fundamental, plantas, pájaros, animales silvestres y domesticados toman agua en las lagunas o ríos cuyo poder simbólico está relacionado al poder que da la vida. El lago Poopó por ejemplo, es el territorio de la cultura Uru, por que garantizaba su vida a partir del aprovechamiento de sus recursos, sin embargo los problemas crecen y no deja de estar presente la amenaza con la presencia de los metales pesados, especialmente en el arsénico que está tanto en el agua como en la tierra. La irremediable salinización del altiplano como consecuencia intrínseca de ser parte del fondo de un mar interno. El extractivismo minero, la sobre explotación agrícola, la deforestación de especies nativas, situaciones a las que hay que dar respuesta cual sea su origen.

Es también nuestra tarea, proponer la implementación de tecnologías menos dañinas, más comprometidas con el cuidado del medio ambiente. Si bien los plásticos fueron pensados y hechos como una ayuda, ahora y según la manera de uso, son dañinos para la salud de los animales, plantas y seres humanos. A partir del reconocimiento de la medicina tradicional, queremos coadyuvar al cuidado de la salud, a la promoción y preservación de las plantas como una de las grandes riquezas naturales fuente de conocimiento desarrollado en siglos.

Por último, como institución ligada a la iglesia católica sustentamos firmemente nuestra inspiración en el Evangelio. Al velar por la naturaleza y el ser humano, velamos por la creación. Por ello, nos respalda la postura del Papa Francisco en relación al medio ambiente y la sensibilización con la realidad de los pueblos originarios, en quienes nos reconocemos y entre quienes queremos estar presentes. Al mismo tiempo, creemos en la importancia de la espiritualidad de los pueblos que reconocen la presencia de Dios en la naturaleza y en las sociedades; cuyos valores de reciprocidad y apoyo mutuo debemos defender como valores presentes en el mensaje evangélico. Estamos conscientes de que las comunidades actuales están también sesgadas por actitudes coloniales, es evidente que hay sectores dispuestos a sacrificar la naturaleza al extractivismo deshumanizado, dispuestos a obtener ganancias inmediatas, olvidando que se trata de recursos finitos cuya pérdida condiciona la existencia de nuestro futuro. Por ello es nuestra tarea sensibilizar y debatir sobre el futuro de la región.

En conclusión y en consecuencia, CEPA tiene la misión de defender Oruro. Un Oruro con sus plantas, sus animales, su agua, su tierra, sus culturas y su gente. Éste es el CEPA que hemos forjado en estos 24 años. Jallalla, 8 de Diciembre. Jallalla CEPA, Jallalla Oruro.

Fuente: Conversación con el Hno. Gilberto Pauwels. Director de CEPA

Ruth Carol Rocha Grimoldi

Unidad de Investigación – CEPA