El último mes en nuestro país, hemos sido testigos de los numerosos incendios de los bosques en la Chiquitania y en el Chaco con ellos la pérdida de numerosas especies vegetales y animales, cuya muerte no quisiéramos imaginar. Si bien los incendios forestales son parte de la naturaleza es también cierto que la presencia del “cambio climático” ha acentuado más las condiciones para que éstos crezcan en extensión, sumándose desde luego la presencia del accionar humano.
Áreas cubiertas de construcciones, a veces con pavimento, las más de las veces cubiertas con residuos sólidos y aguas servidas, tierras “avasalladas” con población migrante cuya presencia nos debiera cuestionar sobre la situación de las áreas rurales. Si allí las cosas estuvieran bien, la migración y el crecimiento urbano marginal no serían tan extensivos.
Hay que reconocer desafortunadamente que nuestras acciones humanas llevan a la pérdida del hábitat de otras especies. En el caso de nuestra región, ¿Qué ha sucedido con los quirquinchos que vivían en los arenales de la zona Este?, ¿qué ha sucedido con las vizcachas y aves que vivían en las serranías de la ciudad? ¿y todos los animales silvestres que encontrábamos en lo que ahora es el Plan 500 y otras zonas? ¿y en el otrora río Tagarete, navegable y con peces? ¿y qué pasa en los arenales del Cochiraya? ¿qué pasó en Chiripujio? ¿qué pasa en K’asaWasa?¿qué pasó en el río de Sepulturas y en Cala Cala?. Ni qué decir de la presencia de KoriChaka en las proximidades de Iroco y el río Desaguadero o San José.
La situación del cambio climático percibida como que “el tiempo está enfermo” “la pachamama se enoja” “el lago agoniza” “el río está muerto” no sólo afecta al ser humano, también a toda forma de vida, inclusive a la más pequeña e insignificante. Las poblaciones de animales y plantas están reaccionando al impacto del calentamiento global, ¿nos estamos dando cuenta de ello?.
En las casas hay cada vez menos árboles, dándonos en lujo de derribar lo que ha costado por lo menos de 50 a 70 años en crecer. En las plazas hay cada vez menos gorriones andinos, canarios, colibríes, menos mariposas; multiplicándose más las palomas que como especie introducida condiciona el hábitat de las aves endémicas. E irónicamente se ha puesto de moda el césped sintético, matando las pocas áreas verdes que aún nos quedan.
Los expertos creen que la arborización y la reforestación son la solución para enfrentar las grandes sequias que nos acechan como región, si cada día estaríamos dispuestos a ahorrar un poco de agua de la que malgastamos. Basta caminar por una calle y contar los tanques de agua con que cuentan las viviendas, constataremos que son miles de litros que se acumulan para desechar en un gran porcentaje.
¿No sería bueno implementar sistemas de cosecha de agua de lluvia para usar en las viviendas, unidades educativas, universidades, mercados y así evitar tirar agua potable a los inodoros o dejar que el agua de lluvia se evapore y se pierda?.Los cementerios como espacios públicos cuentan con infraestructura para cosechar agua de lluvia y así evitar el desperdicio del agua potable, por lo que deberían proyectarse como espacios de infiltración de aguas y recarga de acuíferos en los que se emplee el cemento racionalmente, es decir, menos cemento preserva el agua de lluvia de la evaporación que sería usada para riego y para que los usuarios la usen en las flores que llevan a sus difuntos. Contrariamente tanto en calles como en cementerios se cortan las raíces de los árboles para cercarlos de cemento. Sí éstas instancias públicas transformarían los residuos orgánicos en abono para mejorar los suelos tendríamos mejores espacios verdes.
Si bien es reiterativo mencionar el uso irracional de los plásticos, debemos hacerlo. TODO en los mercados tiene plástico. La ropa que viene en plástico es cambiada o acompañada con otro plástico, la tan “insustituible bolsita”; el chicharrón y otras comidas se sirven en platos cubiertos por “la bolsita” o en platos desechables; los refrescos y jugos se sirven en vasos desechables de “plástico” o en “bolsita” con sorbete de “plástico”, el par de rollos de papel higiénico dentro de una “bolsita” junto con otras dentro de una “bolsa de plástico más grande” lo mismo que los pañales desechables … así podríamos seguir enumerando todas nuestras acciones que atentan contra nuestro hábitat que también es de las otras especies o de las que quedan aún.
Nos duelen los incendios porque arrasan, y todos en mayor o menor medida somos solidarios con los más afectados, pero dejemos de lado nuestras acciones irracionales para garantizar que eso no vuelva a suceder. La naturaleza es una y nuestro planeta también, nuestras culturas son muchas y es una, nuestra cultura mundial del desechable.
Ruth Carol Rocha G.
Unidad de Culturas – CEPA
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