CEPA: 25 AÑOS DE COMPROMISO CON LOS PUEBLOS ANDINOS Y SU MEDIO AMBIENTE
DE FLANDES A LOS ANDES
Estimados compañeros, queridos amigos,
Primeramente, mis felicitaciones en este día que celebran 25 años de existencia del Centro de Ecología y Pueblos Andinos. Cuánto me hubiera gustado estar presente en Oruro para celebrar con todos ustedes, pero lastimosamente el corona virus está perjudicando nuestros planes y todos los quehaceres de la vida cotidiana. Ojalá no les haya afectado de manera más seria, tanto en su vida personal como en la de sus seres queridos.
Su aniversario me brinda un momento para mirar atrás y sobre todo para mirar hacia el futuro y los desafíos que nos presenta, tanto a nivel local como a nivel mundial. Por fuerza mi mirada hacia el pasado se limita a los primeros pasitos de la institución. Recuerdo que los primeros días fueron dedicados a la instalación de la pequeña biblioteca, teníamos un amplio espacio para los pocos libros y documentos sobre ecología y cultura andina.
Junto con el Hno. Gilberto y la compañera Alicia hicimos varios esfuerzos para invitar a los estudiantes orureños para que pudiesen aprovechar esa nueva oportunidad educativa. Asimismo, nos fuimos regularmente a la mina de oro de Inti Raymi, cerca del pueblito de Chuquiña, para tomar muestras de suelo y de agua para comprobar la contaminación por cianuro y metales pesados. Hicimos lo mismo en las orillas del lago Poopó, que en esa temporada todavía era lleno de peces, de aves y de totora. Me duele el corazón cuando pienso que hoy, casi ya no queda nada de esa belleza natural.
Su celebración coincide con mi jubilación como periodista especializado en asuntos medioambientales. Los pasados veinte años he visto muchos cambios tanto positivos como negativos. Ahora vivimos una temporada bastante oscura: una brecha siempre más grande entre los pobres y los ricos. Cada vez más, gente con hambre y refugiados del clima (como el pueblo de los Urus); el cambio climático se deja sentir cada vez más, así como la pérdida de la biodiversidad y la amenaza continua de la presencia de las armas nucleares.
Creo que existe un dicho que señala que la oscuridad es más fuerte poco antes del amanecer. A lo mejor es parte de la sabiduría andina. Pienso que todo el mundo actualmente, vive ese momento preciso. Aunque ya se ven pequeñas luces que quieren alumbrar esa oscuridad. El tratado de Paris sobre el calentamiento global ya tiene cinco años, aunque aún estamos lejos de cumplir con las condiciones para ajustar el termostato del planeta a un máximo de dos grados extra. Cada vez más personas, ya no ponen en duda, que existe una emergencia climática. En particular las voces de los jóvenes se dejan escuchar cada más fuerte.
Ojalá que el CEPA continúe siendo como un megáfono que amplifique sus preocupaciones, que les ayude a ponerse en contacto con otros grupos, grupos de jóvenes en América Latina y en el mundo entero. No dudo que ya lo están haciendo, a pesar de las limitaciones que la Covid19 nos está imponiendo.
Otra luz que se enciende en la oscuridad, es que cada vez más gente, se da cuenta que la biodiversidad no es una colección cuantificable de animales y plantas, sino que es una comunidad muy compleja de la que somos parte y la que nos brinda un montón de llamados ‘servicios de sistemas ecológicos’. La naturaleza nos regala agua potable, aire respirable, suelos fértiles, plantas comestibles y hierbas curativas, así como paisajes bellos que nos revelan la presencia del Creador y/o de la Pachamama quienes juntos forman una pareja.
Los grandes fuegos e incendios en los bosques, de alguna manera nos han abierto los ojos para comprender la manera indígena de manejar la selva tanto en el continente americano como en Australia. Por fin los pueblos colonizadores empiezan a escuchar a los pueblos que han sometido desde hace cinco siglos. Ojalá el CEPA podría dar aún más, la voz y la palabra a la sabiduría andina para el manejo de una agricultura adaptada a los diversos pisos ecológicos y a las escasas reservas de agua.
Esto me lleva a una última consideración. La protección del agua debería ser una prioridad, no solo en los Andes, sino en cualquier rincón del mundo. Hasta en mi propio país Bélgica, donde ‘siempre llueve’, hemos descubierto que también estamos despilfarrando demasiada agua y secando nuestros suelos. La situación de este recurso tan vital, me cuestiona sobre la explotación del ‘oro blanco’. El litio en el salar de Uyuni y en otros salares de Chile y de Argentina. La Unión Europea está buscando abrir nuevas minas de litio en el norte de Portugal y en Finlandia entre otras, parece que la demanda de estos metales estratégicos va a ser cada vez más grande. Ustedes saben desde hace más de un cuarto de siglo, que una minería sin daño al medio ambiente permanece sobre todo entre los sueños. La única respuesta que veo es que una economía circular sustituya a una economía lineal que solo produce ‘desechos’, contaminación tanto del medio ambiente y como de las mentes.
¿Qué les puedo desear para los años venideros? Que sigan soñando con una transición hacia un mundo más justo y más ecológico. Que logren movilizar suficientes personas y recursos para realizar por lo menos una parte de ese sueño. Y que ‘sepan’ que estamos compartiendo ese sueño con muchos compañeros y compañeras alrededor del mundo, para que esta propuesta no quede sin resultados. Un abrazo digital, pero con mucho cariño y solidaridad ‘verde’.
Cris[1]
8 de diciembre 2020
[1] Cristian Dutry, cofundador y primer Director del CEPA, 1995.
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